El otro día hablaba con @patricia_pdv sobre una de las cosas que vivimos en el lado de los «privilegios» adquiridos tras la pérdida de peso, cuando en realidad se trata, simplemente y llanamente, de uno de los esquemas mentales que nos impone la gordofobia social.
Ahora que tengo un peso normativo, me permito comer por la calle. Y eso, que parece una chorrada, es algo que muchas personas con sobrepeso/obesidad viven como una auténtica tortura.
Ir por la calle comiendo (sobre todo cuando hablamos de alimentos «malos»/»prohibidos»/calóricos) supone un estigma cuando tu cuerpo ocupa más de lo que la sociedad considera adecuado. Te expones a miradas, juicios y cuando te topas con alguien lo suficientemente imbécil, comentarios. Ir comiendo por la calle cuando vives en ese lado, supone comer con un sentimiento de culpa, con la mirada puesta en tu entorno, sin disfrutar de lo que estás tomando…